Amigdalitis: síntomas, diagnóstico y tratamiento
La amigdalitis es una enfermedad que puede ser de origen bacteriano o viral, provoca, entre otros síntomas, voz apagada, ronquido, amígdalas inflamadas y fiebre y su tratamiento puede incluir la extirpación de las amígdalas por infecciones repetitivas, a pesar del tratamiento, o por problemas de respiración.
¿Qué es la amigdalitis?
La amigdalitis es la inflamación de las amígdalas. Las amígdalas son dos masas de tejido de forma ovalada y color rosa que se sitúan en ambos lados de la garganta y son parte del sistema de defensa del cuerpo contra las infecciones. Las causas principales de esta enfermedad son, generalmente, infecciones por virus o bacterias. Este padecimiento puede ser atendido por un otorrinolaringólogo certificado.
Síntomas y diagnóstico
Hay varios signos de amigdalitis, incluyendo:
• Amígdalas rojas e inflamadas
• Capa blanquecina o amarilla sobre las amígdalas, mal aliento.
• Voz apagada
• Dolor de garganta
• Dolor al tragar alimento o pasar saliva
• Ganglios inflamados en el cuello
• Fiebre
El diagnóstico puede hacerse mediante una revisión médica en la cual se examinan las características, tamaño y datos de inflamación. En ocasiones es necesario realizar un cultivo de exudado faríngeo para determinar la bacteria causante de la infección y los antibióticos que son efectivos para combatirla.
Tratamiento: desde antibiótico hasta extirpación de amígdalas
En primer lugar, se tratan las infecciones de las amígdalas, especialmente las causadas por el estreptococo, con los antibióticos. En algunos casos, se recomienda la extirpación de las amígdalas.
Las dos razones principales para la extirpación son:
1.- Las infecciones repetidas a pesar de la terapia de antibióticos.
2.- Problemas con la respiración debido a las amígdalas inflamadas.
Posibles secuelas
La inflamación de las amígdalas puede interferir con una adecuada nutrición y crecimiento, ya que obstruye el paso de los alimentos sólidos. La obstrucción respiratoria produce el ronquido, pausas en la respiración y el sueño alterado. Esto genera somnolencia diurna y problemas de conducta en los niños.