Autismo: ¿cómo debe ser diagnosticado?
El Autismo no es una enfermedad, es una condición diferente de la personalidad. Oficialmente, se describe como un Trastorno del Neurodesarrollo en el cual existen alteraciones de la comunicación social y que se manifiesta con comportamientos estereotipados y restringidos.
El Neurodesarrollo es el proceso de crecimiento y madurez del sistema nervioso. Un trastorno es alterar la normalidad del funcionamiento de algo. Por lo tanto, cuando hablamos de Trastorno del Neurodesarrollo nos referimos a un conjunto de alteraciones que afectan el desarrollo infantil.
Los síntomas pueden ser diferentes en cada persona, es por ello que se le denomina Espectro Autista. Las alteraciones se presentan en dos aspectos principales: la comunicación social y los comportamientos repetitivos.
En cuanto a la comunicación social, los principales puntos son:
- Déficit en la reciprocidad socioemocional: por ejemplo, un niño que se aísla o por el contrario, incapaz de respetar el espacio personal de los demás
- Déficit en conductas comunicativas no verbales: se manifiesta con poco contacto visual, poca expresión facial o incluso, expresiones faciales exageradas
- Poco interés en las relaciones: no tienen afinidad por otras personas o sus juegos suelen ser poco imaginativos. También se puede ver cuando las infancias prefieren objetos que juguetes
Por otro lado, los comportamientos repetitivos pueden ser estereotípicos, motores o verbales. En este caso, el paciente tiene conductas como alinear objetos, caminar de un lado a otro, aletear, balancearse o repetir alguna palabra.
Otro punto es la insistencia en la monotonía, suelen ser personas muy rutinarias y se angustian si les cambian lo ya establecido. También se pueden presentar intereses fijos, restringidos u obsesivos, por ejemplo, coleccionar cosas inusuales.
Finalmente, tenemos el punto de la Hiper o Hiporreactividad en estímulos sensoriales. En este caso, las personas suelen ser muy o poco sensibles, por ejemplo, se tapan las orejas con el ruido o, al contrario, pueden caerse y no sentir dolor.
Para poder sospechar que una persona tiene Espectro Autista, debe cumplir con al menos cinto de estos puntos mencionados. Si es el caso, se debe evaluar si existe o no afectación al lenguaje y a la inteligencia. Además, se debe investigar si hay alguna alteración médica o genética. Con todo ello, se podrá identificar el nivel y la gravedad del Autismo.
Causas del Autismo
El Autismo es un trastorno biológico debido a un desarrollo cerebral temprano, alterado y una reorganización neuronal. Se trata de una condición multicausal, ya que existen diversos factores que pueden estar involucrados. Principalmente, se remite a que existen causas genéticas, ambientales o epigenéticas.
Lo que sí se sabe con certeza es lo que no causa el Autismo. Por mucho tiempo se creyó que la Depresión materna, el gluten y las vacunas podían ser causantes de esta condición, sin embargo, existe evidencia científica que comprueba la falsedad de estas suposiciones.
Por otro lado, sí existen distintos factores de riesgos asociados con el Espectro Autista, entre los que se encuentran:
- Edad parental
- Corto periodo entre un embarazo y otro
- Diabetes Materna
- Obesidad
- Medicamentos (por ejemplo, para crisis epilépticas)
- Prematurez
- Complicaciones al nacer
- Bajo Peso
- Inseminación Artificial
- Tabaquismo durante el embarazo
- Adicciones
Tratamiento
El tratamiento del Autismo dependerá de si existe o no una comorbilidad. Cuando no se presenta, los procedimientos son individualizados y están orientados en mejorar la calidad de vida del paciente al fomentar mayor independencia en la vida diaria.
En caso de que haya una comorbilidad, es decir, condiciones asociadas al Espectro Autista como la Epilepsia, Trastornos del Sueño y agresividad, se suele llevar un tratamiento con medicamentos para aliviar el síntoma que más problemas causa.
El Trastorno Autista puede ser diagnosticado por diversos profesionales: pediatras, psiquiatras e incluso los psicólogos pueden detectar sospecha de esta condición. Idealmente, las personas especialistas en pediatría son las encargadas de identificar un retraso en el desarrollo y, posteriormente, lo envía para pruebas de tamizaje.
Por otro lado, las personas especialistas en Neuropediatría o Paidopsiquiatría son las que corroboran si se cumplen los criterios o no para poder dar un diagnóstico específico.