Cáncer de pulmón: factores de riesgo y opciones de tratamiento (Parte 2)
El tabaquismo pasivo aumenta el riesgo de cáncer de pulmón, aunque de forma menos marcada en comparación con fumar cigarrillos de forma activa, también se conoce como “humo ambiental de tabaco”.
Factores de riesgo
Existe otro factor de riesgo: el contacto con el mineral conocido como amianto o asbesto. Se trata de un mineral carcinógeno ocupacional conocido. Se usa en diversos productos para aislamiento térmico, protección antiincendios, aislamiento acústico, suelos, techos y muchos otros materiales de construcción.
En presencia de tabaquismo de cigarrillos activo, la exposición al amianto produce un efecto sinérgico para el aumento del riesgo de cáncer de pulmón. En estos momentos, dada también la estrecha relación que existe entre la exposición al amianto y el mesotelioma, otro cáncer del tórax que aparece en la pleura, muchos países (incluyendo los de la Unión Europea) han prohibido el uso de amianto, en su totalidad o en parte.
Se sospecha que un paciente tiene cáncer de pulmón si presenta síntomas como tos persistente, aumento en la producción de flema, falta de aliento/aire, ronquera, dolor en el pecho y sangre mezclada con la flema; o también después del examen clínico.
Posteriormente, el método de diagnóstico se realiza a través de exámenes de imagenología para definir la extensión (PET-CT o tomografía) y el estado de la enfermedad.
Se debe obtener un pedazo del tumor (biopsia) para analizarlo en el laboratorio y conocer más detalles de las características del tumor, una vez realizado esto el oncólogo podrá tomar una decisión sobre que tratamiento aplicar.
Cirugía, quimioterapia y radioterapia como opciones de tratamiento
El tratamiento para el cáncer de pulmón dependerá de varios factores. En etapas tempranas de la enfermedad se puede realizar cirugía, quimioterapia y radioterapia. En etapas avanzadas no se recomienda la cirugía debido a que el tumor se ha diseminado fuera del pulmón y una cirugía para extirparlo ya no es posible. Únicamente los tratamientos que se distribuyen por todo el cuerpo a través de la sangre (terapias sistémicas) son capaces de alcanzar y provocar algún efecto contra el cáncer.