El COVID-19 y sus afectaciones en el sistema respiratorio
Al igual que otras enfermedades respiratorias, el COVID-19, la enfermedad causada por el nuevo Coronavirus, puede causar daño pulmonar duradero.
El órgano blanco del SARS-CoV-2 es el sistema respiratorio, en concreto las células del alveolo, que se denominan neumocitos. En los alveolos es donde tiene lugar el intercambio de gases durante la respiración.
Los virus son intracelulares, esto representa que cuando entra en las células de los alveolos (los neumocitos) y utiliza el contenido que hay dentro de ellas, puede multiplicarse de forma masiva, hasta matar a la célula en la que se encuentra.
Según los datos disponibles hasta la fecha, cuando entra en una célula, puede infectarla y liberar entre 10,000 y 100,000 partículas virales nuevas. Y el procedimiento se repite: entran en las células cercanas, ampliando la infección. Al multiplicarse, el virus acaba con estos neumocitos y por eso se dificulta mucho el trabajo que deben realizar en cada inspiración para que el oxígeno llegue a la sangre y se reparta a todos los órganos del cuerpo.
Afectaciones que tiene el Coronavirus en los pulmones
Puede causar complicaciones pulmonares como la Neumonía y, en los casos más graves, el síndrome de dificultad respiratoria aguda o SDRA. La sepsis, otra posible complicación de COVID-19, también puede causar daño duradero a los pulmones y otros órganos.
No sabemos aún si todo el daño pulmonar causado por el COVID-19 será reversible, por lo tanto, una vez que termine la Pandemia, habrá un grupo de pacientes con nuevas necesidades de salud: los sobrevivientes. Nosotros como especialistas en medicina respiratoria estaremos atentos en ayudar a estos pacientes a recuperar su función pulmonar tanto como sea posible. Hay factores que propician el daño pulmonar: la gravedad de la enfermedad; las condiciones de salud de la persona infectada y el tratamiento.
¿Qué pasa en el cuerpo de un paciente mientras está intubado?
La mayoría de las personas infectadas con el Coronavirus se recuperan solas después de algunas semanas. Pero algunos desarrollan una infección respiratoria grave que podría llevarlos a la unidad de cuidados intensivos con un ventilador invasivo.
La intubación para la asistencia mecánica ventilatoria es siempre un último recurso y lo que tratamos a toda costa, es ayudar al paciente a superar esto sin un ventilador. Pero a veces es inevitable y cuando no logramos mantener signos vitales estables o si vemos una tendencia a no poder respirar por su cuenta o que requiera cantidades crecientes de oxígeno, es cuando tomamos la decisión de intubar y que la máquina haga el trabajo.
Es importante aclarar que el ventilador no está reparando los pulmones, lo que hace que ganemos tiempo, ya que el cuerpo necesita tiempo para recuperarse y sanar.
Normalmente el paciente no se entera de todo lo que sucede, ya que el proceso de intubación comienza cuando un miembro del equipo le administra una combinación de sedantes y agentes paralíticos, luego el médico especialista procede a realizar la intubación para ser conectado a un ventilador mécanico. Los pacientes están sedados mientras están en un ventilador, entrando y saliendo de la conciencia y sin poder hablar.
Una vez que los signos vitales están estables y la posible lesión pulmonar mejora, se revierten los parámetros del ventilador y se realiza la retirada de la sedación para, finalmente, retirar el tubo.
Efecto de la vacuna del COVID-19 en el cuerpo
Para poder explicar el efecto de la vacuna, es útil recordar cómo funciona el sistema inmunitario humano.
Cuando un patógeno de la enfermedad ingresa al cuerpo, el sistema inmunitario responde produciendo anticuerpos. Estos anticuerpos se unen a sustancias llamadas antígenos en la superficie del microbio, que envía una señal a su cuerpo para atacar, el sistema inmunitario mantiene un registro de cada microbio que haya derrotado, de modo que pueda reconocer y destruir rápidamente a los invasores antes de que lo enfermen.
Las vacunas eluden todo este proceso al enseñarle a su cuerpo cómo vencer a un patógeno sin enfermarse.