Diabetes gestacional: ¿cuál es el tratamiento? (Parte 2)
Desafortunadamente la diabetes gestacional es una enfermedad que, en la mayoría de los casos, no manifiesta síntomas.
¿Cómo se detecta la diabetes gestacional?
Es posible que la madre presente un poco de aumento de peso, mayor frecuencia para orinar y consumo mayor de líquidos; sin embargo, estos síntomas son también propios del embarazo. Por tal motivo, muchas veces el diagnóstico de la diabetes gestacional, si no se busca intencionalmente, no se logra identificar. La forma que se tiene para diagnosticar este tipo de diabetes es a través de muestras de sangre para analizarlas en el laboratorio con el objetivo de ver cómo trabaja la insulina.
Para tener dos puntos de comparación, se toma una muestra de sangre completamente en ayunas y otra con una carga fuerte de azúcar. De esta manera se podrá revisar de qué manera el cuerpo de la madre está metabolizando la glucosa. Por eso es muy importante, al no presentar ningún síntoma la diabetes gestacional, buscar el diagnóstico de manera intencionada, mediante las pruebas de tamizaje. Este padecimiento puede ser diagnosticado por un ginecólogo certificado.
La dieta y el ejercicio como tratamientos ideales
El tratamiento para la diabetes gestacional tiene como principal meta normalizar los valores de glucosa. La piedra angular de este tratamiento es la dieta y el ejercicio. La dieta deberá consistir en llevar un plan de alimentación donde se controle, no tanto el número de calorías, sino la distribución de las mismas.
Las calorías se calculan de acuerdo al peso ideal de la paciente, la cantidad de glucosa y carbohidratos, así como de las grasas que debe consumir la madre para tratar de normalizar estos valores de glucosa. Hacer ejercicio o realizar actividades físicas también ayuda a que disminuya esta resistencia a la insulina durante la diabetes gestacional. Sin embargo, no todas las veces podemos lograr un óptimo control solamente con dieta y ejercicio.
Actualmente se pueden utilizar medicamentos tomados o, si no se tiene una buena respuesta, se considera como última alternativa, la insulina. No se deja al final a la insulina porque sea un medicamento que ponga en riesgo a la madre y al bebé, sino porque es un poco más difícil la aplicación y el control.