Eccema y dermatitis atópica, tipos y tratamiento
El eccema o eczema se caracteriza por la aparición de rojez en la piel acompañada de pequeños bultitos que pican mucho y que al rascarse pueden “llorar” un líquido seroso que después formará costras. Esta lesión puede permanecer días, semanas o meses en la piel.
Cuando el eccema y el rascado persisten, la piel se engrosa, se reseca, se agrieta y puede sangrar, provocando lesiones dolorosas que alteran la calidad de vida de quienes la padecen.
¿Qué causa el Eccema?
Una de las causas más frecuentes son las dermatitis por contacto irritativas, esto es cuando el eccema surge en la piel por tocar sustancias que la desgastan, resecan o irritan. Lo puede sufrir cualquier persona siempre y cuando la piel toque los irritantes en dosis suficientes y por tiempo suficiente.
Un caso muy común es el eccema de manos de las personas que usan mucho agua y jabón; que tocan disolventes o tierra, papel o cartón.
Estas sustancias irritan mucho las manos y hacen que la piel pierda su barrera natural. El frío o el viento también pueden empeorar la resequedad e irritación de la piel favoreciendo el eccema.
Las dermatitis por contacto alérgicas y su eccema asociado se presentan cuando una persona se expone a una sustancia contra la que ha desarrollado inmunidad.
Este eccema sólo lo desarrollan algunas personas y contra algunas sustancias químicas específicas, creando memoria inmunológica y repitiendo el cuadro cada vez que entran en contacto con dicha sustancia, así sea en dosis muy pequeñas. Es una forma de intolerancia que suele desarrollarse con el tiempo y no desde la primera exposición.
Por ejemplo: el albañil que trabaja con el cemento y que se vuelve intolerante o genera una respuesta inmunológica al cromo que hay en este material. Si este sujeto vuelve a tocar el cromo, que también se usa para fabricar los zapatos de cuero, esa sustancia le provocará una nueva reacción en su piel. Otros ejemplos muy comunes son el níquel de la bisutería, el tinte negro del pelo, algunas fragancias o conservantes que hay en cremas o perfumes.
Es importante que, ante la presencia de un eccema en la piel, el paciente acuda a un especialista en dermatología para poder establecer la causa que está generando su dermatitis.
Eccema por dermatitis atópica
Este padecimiento suele iniciar en la infancia y tener un componente genético o familiar. El niño que lo padece nace en una familia donde hay personas que sufren condiciones denominadas atópicas: asma alérgica, rinitis o dermatitis atópica. Para ser diagnosticado como atópico se deben cumplir los criterios clínicos para el diagnóstico, la piel seca no es sinónimo de piel atópica, aunque suele acompañarla. Esta enfermedad puede mejorar con la edad y los cuidados, aunque hasta ahora se considera una enfermedad inflamatoria no curable de la piel.
Aunque en casos graves la dermatitis atópica puede abarcar todos los segmentos del cuerpo, normalmente suele presentarse en sitios específicos, según la edad de los pacientes que lo padecen: en bebés, se puede observar sobre todo en las mejillas y el mentón. En niños en edad escolar, en pliegues de brazos y piernas (atrás de las rodillas) y en adultos suele afectar cara (sobre todo párpados), pliegues y pezones.
Los brotes pueden desencadenarse o empeorar por varios factores: clima, sequedad de la piel, estrés, alergias ambientales y más rara vez, alergias alimentarias.
El tratamiento de la dermatitis atópica tiene dos vertientes principales:
- Tratar el brote de eccema
- Mantener la piel lo mejor posible entre los brotes para evitar o disminuir las recaídas
Para esto es imprescindible ser valorado por un dermatólogo. Los pacientes con dermatitis atópica deben usar ropa de algodón, mantener su piel bien hidratada con humectantes y emolientes en crema o bálsamo; usar sustitutos de jabón como aceites de ducha y evitar fragancias, perfumes y otros irritantes sobre la piel.