El enfoque de género en la Psicología Clínica
El análisis de género busca conocer cómo distintos factores socioculturales y subjetivos de ser hombre o mujer repercuten de manera diferencial en los procesos de salud física, psicológica y social
En este sentido es preciso diferenciar los conceptos de sexo y género, pues sexo hace referencia a las características biológicas, anatómicas y fisiológicas, mientras que género alude a los componentes psicosociales y a las construcciones culturales a través de normas y roles sociales vinculadas a cada sexo (OMS, 2006).
Incorporar la perspectiva de género en la práctica clínica implica tener en cuenta los mecanismos diferenciales etiológicos subyacentes a distintas psicopatologías de origen biológico (ligados al sexo) y psicosocial, a la vez que posibilita implementar estrategias terapéuticas adaptadas a las diferentes circunstancias vitales y psicológicas de mujeres y hombres.
Estudios epidemiológicos muestran que, si bien no existen diferencias entre sexos en las tasas globales de Trastornos Mentales, sí se observa una prevalencia diferencial en trastornos mentales específicos. Así, la prevalencia de Depresión, Ansiedad y otros Trastornos Mentales en mujeres mayores de 16 años es de 19.1% frente al 8.1% en hombres en los que prevalecen más los Trastornos de Comportamiento, Trastornos del Consumo de Sustancias y Trastornos de Personalidad Antisocial (Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad, 2011).
La constatación de diferencias cualitativas y cuantitativas entre mujeres y hombres en cuanto al perfil psicopatológico como a la morbilidad psiquiátrica, así como las características diferenciales en la forma de expresar y manifestar el malestar, sugieren la participación de distintas variables asociadas al género en el desarrollo de vulnerabilidad al estrés, que incrementan la probabilidad de padecer síntomas depresivos y ansiosos así como un ineficaz afrontamiento y regulación emocional (por ejemplo, tendencia a la supresión emocional en hombres y rumiación en mujeres).
Tener en cuenta estos factores psicosociales a lo largo del proceso terapéutico posibilita identificar aspectos relevantes en los procesos de recuperación y cambio cognitivo, a la vez que se minimiza la perpetuación de estereotipos y sesgos de género desadaptativos que limitan recursos y potencialidades necesarios para un desarrollo personal saludable.