El Lupus Eritematoso Sistémico
Esta enfermedad puede presentarse como una inflamación en cualquier parte del cuerpo y su presentación varía en cada paciente. Con atención y tratamiento, la persona puede disfrutar de una excelente calidad de vida
El Lupus Eritematoso Sistémico es una enfermedad autoinmune. Llamamos enfermedades autoinmunes a aquellas en las cuales los mecanismos de defensa del organismo diseñados para defendernos de agresiones exteriores, por razones no bien conocidas empiezan a dirigirse y a agredir al propio organismo.
En el caso del Lupus Eritematoso Sistémico sabemos que existe una base hereditaria en la enfermedad como demuestra la agregación familiar de casos y la relación entre esta enfermedad y otras enfermedades también autoinmunes, aunque se desconocen los mecanismos exactos por los cuales esta alteración se pone en marcha.
Los síntomas de la enfermedad son muy variados porque estos auto-anticuerpos, que son estos productos de los mecanismos de defensa que agreden al organismo, pueden dirigirse a multitud de órganos y sistemas; los síntoma más común son las Lesiones Cutáneas. En cualquiera de las situaciones, la persona afectada puede presentar:
- Artralgias
- Artritis
- Mialgias frecuentes
- Afectación en los riñones
- Afectación neurológica
Cuando se diagnostica a un paciente de Lupus Eritematoso Sistémico lo primero que se ha de decir es si necesita o no tratamiento. No todos los pacientes necesitan tratamiento aunque todos los pacientes deben ser vigilados. Hay pacientes que con una consulta anual de seguimiento es más que suficiente.
Los pacientes que tienen formas muy suaves de la enfermedad como Lesiones Articulares o Cutáneas pueden ir muy bien con un fármaco muy antiguo conocido y muy utilizado que es la hidroxicloroquina a veces combinado con pequeñas dosis de corticoides o antiinflamatorios en momentos puntuales. Si la enfermedad afecta a otros órganos y el riesgo de complicación es un más alto, a la hidroxicloroquina pueden añadirse corticoides a dosis más altas y a veces, se emplean inmunosupresores como la azatriopina.
Actualmente, en casos más graves, se utilizan corticoides a dosis muy altas a veces inmunosupresores como la ciclofosfamina y a veces anticuerpos monoclonales, que se han utilizado recientemente, como el rituximab. Últimamente ha sido aceptada por la agencia española del medicamento la utilización de un nuevo anticuerpo monoclonal, el belimumab, que está indicado para pacientes que han utilizado azatriopina o micofenolato, no han controlado la enfermedad y tienen anticuerpos anti-DNA positivos, es decir, son un pequeño grupo específico de pacientes los que pueden beneficiarse de la utilización de los anticuerpos monoclonales.