Enfermedad de la vesícula: mal silencioso muy común
En días pasados me consultó Ana, una mujer de mediana edad, empleada de una multinacional, por un problema que le aquejaba desde hace 6 meses. Ella presentaba dolor abdominal, distensión y náuseas posterior a los alimentos y se había automedicado con infinidad de fármacos sin mejoría alguna. Después de revisarla con estudios de imagen y laboratorio se detectó de manera oportuna la causa de sus síntomas: Ana presentaba litiasis vesicular, coloquialmente llamada piedras en la vesícula.
El 14.3% de la población total en México y el 20.5% de las mujeres padecen litiasis vesicular
Litiasis no es igual a gastritis
La enfermedad de la vesícula biliar es uno de los problemas de salud más importantes que afecta a las mujeres después de los 40 años, con serias implicaciones médicas, sociales y económicas. A mayor edad aumenta el riesgo de padecerla y durante el embarazo se incrementa aún más. Los factores genéticos juegan un papel importante, sin embargo, también los ambientales como las largas jornadas laborales, no comer en horarios específicos o ingerir comidas poco saludables.
Los síntomas pueden ser muy severos y dolorosos, sin embargo, entre un 65 y 80% de las piedras en la vesícula no producen síntomas o incluso pueden ser tan leves que simulen una colitis o gastritis. En la mayor parte de los casos es un dolor que inicia bruscamente, constante y en la parte alta del abdomen, acompañado de náusea, vómito (70%-80%) y no es raro que los pacientes presenten ictericia (coloración amarilla en ojos y piel).
La función de la vesícula es ser un reservorio de la bilis, concentrarla y expulsarla al intestino, para así ayudar en la digestión y absorción de las grasas
Una adecuada solución
Cuando la vesícula tiene anatomía alterada, no presenta adecuada movilidad o están alteradas las características físicas de la bilis, se precipitan las sales biliares y el colesterol (principal componente de los cálculos biliares) produciendo litos. Como en el caso de Ana, el interrogatorio y un ultrasonido de hígado y de vías biliares fueron útiles para diagnosticar la enfermedad. Es de suma importancia actuar a tiempo, pues ésta se puede complicar con colecistitis, pancreatitis, infección severa de los conductos biliares y perforación de la vesícula.
Ana se sometió a una colecistectomía laparoscópica, un procedimiento mínimamente invasivo, con una recuperación más rápida y pronta reincorporación a su vida diaria. Previno complicaciones futuras y dejó de presentar los síntomas abdominales por los que inicialmente me había consultado. ¿Te has sentido así? ¿Hace cuánto no visitas a tu médico especialista?