Espondiloartropatías: ¿qué son y cómo las tratamos?
Las Espondiloartropatías son un grupo de enfermedades inflamatorias, normalmente crónicas. Con este nombre se engloban la espondilitis anquilosante, la Artritis Psoriásica, la Artritis Reactiva o las Artritis que se asocian a enfermedades del intestino (Cronh y Colitis Ulcerosa)
Las Espondiloartropatías presentan características comunes, como lo son la inflamación habitual de los segmentos de la columna (lumbar, dorsal y cervical), o de las Sacroiliacas (lo que se denomina Sacroileitis) o bien de otras articulaciones, como rodillas, hombros o caderas y de algunas zonas de unión de un tendón o ligamento con estructuras al hueso (Entesitis).
Otro factor que presentan en común es una fuerte asociación familiar y a un gen denominado HLA B27. Estas enfermedades también tienen tendencia a afectar estructuras fuera del aparato locomotor, como la piel, el intestino o los ojos (Uveítis).
Diagnóstico
Estas enfermedades suelen empezar desde joven o mediana edad, incluso en niños. Es poco frecuente que aparezca si el paciente ya ha alcanzado la edad adulta. Los síntomas comprenden dolor en la zona lumbar o glútea, dolor e inflamación en articulaciones y un dolor de espalda diferente al que se atribuye a otro tipo de problemas más frecuentes, como la Artrosis o las Hernias.
En algunos casos, la primera manifestación de la enfermedad es la inflamación de otros órganos, como el ojo (Uveítis), en el que se produce un enrojecimiento ocular muy intenso y habitualmente doloroso.
El diagnóstico debería hacerlo un médico especialista en reumatología y se realiza sumando una serie de datos que se obtienen de la historia clínica, de la exploración física, analítica y de las pruebas de imagen como Radiografías o Resonancias.
Tratamiento
Para tratar la enfermedad se utilizan fundamentalmente antiinflamatorios y, según la respuesta ante ellos y la localización, se utilizan otro tipo de fármacos o Terapias Biológicas.
Es imprescindible combinar estos tratamientos con la práctica del ejercicio dirigido y aconsejado por un profesional. De esta manera, se intenta minimizar la rigidez y la limitación de la movilidad que, en casos graves, podría llegar a darse.
También existen actitudes y hábitos de vida saludables que pueden mejorar claramente el pronóstico de la enfermedad, además de la práctica de ejercicio, como la abstinencia del tabaco y el mantenimiento de una dieta cardiosaludable.