Fiebre, el motivo de consulta más común en la edad pediátrica
La fiebre es un signo que nos avisa que el cuerpo está combatiendo una infección y significa que sus defensas están actuando.
La temperatura corporal puede cambiar durante el día y suele ser más alta por las noches, sin embargo, se conoce como fiebre cuando el termostato interno del cuerpo se coloca por encima de los índices normales que son los siguientes:
- Temperatura normal 36 °C – 37.4°C
- Febrícula 37.5°C- 37.9°C
- Fiebre 38°C o más
¿Qué la puede causar?
La mayoría de las causas de la fiebre son infecciones virales que se auto limitan, no obstante, pueden existir otras causas que las pueden desencadenar como el exceso de ropa, situación que se presenta con frecuencia en recién nacidos, ya que esta puede ocasionar un ambiente caluroso y su corta edad no les permite regular su temperatura corporal de forma natural. Otra de las causas podrían ser las vacunas, la fiebre podría representar un efecto secundario de estas.
¿Qué hacer si mi hijo tiene fiebre?
De primera instancia se recomienda hacer uso del termómetro para evaluar y diagnosticar de forma correcta que es un caso de fiebre, posteriormente se aconseja:
- Mantener al niño fresco y cómodo
- Ofrecerle abundantes líquidos para que no se deshidrate
- Reposo
- Baño con agua tibia (no fría) por 20 o 30 minutos ayuda a bajar la temperatura
- Administrar medicamentos para la fiebre, los cuales tardarán de 45 minutos a una hora en disminuir 1°C la temperatura
- Evita frotar con alcohol al niño, ya que puede absorberse a través de la piel
¿Cuándo la fiebre se convierte en una urgencia?
Los especialistas recomiendan que ante el primer cuadro de fiebre sea llevado a valoración con el Pediatra, ya que el diagnóstico difiere según la edad del niño, no obstante, en los siguientes casos es necesario acudir a urgencias:
- Cuando se presenta en bebés menores de un mes
- Se presentan manchitas en la piel de color rojo o morado
- El infante se torna decaído, irritable o con llanto excesivo difícil de calmarlo
- Hay rigidez en cuello y/o alteraciones neurológicas
- Convulsiones o pérdida de conocimiento
- Dificultad para respirar
- Vómitos y diarrea persistentes que cause deshidratación (lengua seca, ausencia de saliva y ojos hundidos)
- El niño no orina