Fístula Perianal: causas, riesgos y tratamientos
La Fístula Perianal es consecuencia de un absceso anorrectal y se forma a partir del drenaje del mismo.
Factores de riesgo para desarrollar una Fístula Perianal
Uno de los factores más comunes es la presencia de un absceso anorrectal, que es una tumoración que se presenta en el sitio con eritema, calor, dolor y una zona tumefacta. Algunos la describen como una tumoración. Como consecuencia de este absceso, se puede formar posteriormente una Fístula Perianal.
Formación de las Fístulas Perianales
La Fístula Perianal es consecuencia de un Absceso Anorrectal y se forma a partir del drenaje del mismo. Inicialmente, todos presentan el absceso, cuyo origen es una glándula ubicada dentro del ano. Todas las personas cuentan con entre 8 y 12 glándulas que lubrican el canal anal. Algunas teorías sugieren que, si una de estas glándulas se obstruye e infecta, se forma el absceso, dejando un trayecto fistuloso. Este trayecto es la comunicación de una cripta enferma dentro del canal con un orificio externo, conocido como orificio secundario. Esa comunicación se llama Fístula.
¿Cómo progresan?
Desgraciadamente, la progresión de las Fístulas Perianales es común. Puede presentarse como una Fístula Simple, con un solo trayecto y un único orificio, pero posteriormente puede evolucionar a una Fístula Compleja. Las Fístulas Complejas se presentan cuando hay varios orificios, como consecuencia de múltiples abscesos que se han drenado consecutivamente, dejando múltiples trayectos.
Además, las Fístulas Complejas pueden causar la afectación del esfínter. Dependiendo de cómo lo atraviesan, tenemos una clasificación que incluye Fístulas extraesfinterianas, intraesfinterianas y transesfinterianas. La complejidad aumenta cuando involucran el esfínter, lo que puede hacer que la Fístula sea más difícil de tratar y agrave la situación.
Incidencia y factores de riesgo
Los pacientes presentan Fístulas Perianales más comúnmente en varones que en mujeres, con una proporción de tres a uno a nivel mundial. Algunos factores de riesgo incluyen ser diabético, tener malas técnicas de aseo, o padecer Obesidad. Estos factores pueden llevar a desarrollar una Fístula Crónica, agravando la situación del paciente, especialmente en diabéticos, quienes pueden desarrollar un Síndrome de Fournier.
Complicaciones que pueden causar las Fístulas Perianales
El Síndrome de Fournier es una fascitis necrotizante que puede poner en riesgo la vida, con una tasa de mortalidad del 30 al 50% en casos severos. Puede progresar rápidamente y extenderse desde la región perianal a los glúteos, muslos e ingles. También es importante descartar enfermedades como la de Crohn, la Diabetes, Hipertensión, problemas cardiológicos o Leucemia, que pueden presentar un absceso y posteriormente una Fístula.
Tratamiento de las Fístulas Perianales
Gracias al acceso a las redes sociales y al internet, los pacientes pueden conocer los tratamientos disponibles para las Fístulas Perianales. Generalmente, el tratamiento es quirúrgico, y los más aceptados y comunes son la Fistulotomía o la Fistulectomía, dependiendo de si es una Fístula Simple o Compleja, o si involucra el esfínter.
Existen técnicas nuevas como el uso de un colgajo endorrectal de avance o el uso de plugs, que son cirugías modernas con un manejo menos agresivo para el paciente. Estas técnicas buscan disminuir el riesgo de recidiva, aunque las técnicas abiertas, como la Fistulotomía o Fistulectomía, aunque requieren un poco más de tiempo de recuperación, mejoran la calidad de vida del paciente.
Pronóstico de la Fístula Perianal
Una Fístula Simple o sencilla tiene un bajo riesgo de recurrencia, menor al 3%, si se extirpa correctamente la glándula enferma. Para reducir el riesgo de una nueva fístula, se recomienda que los pacientes postquirúrgicos modifiquen sus hábitos higiénicos y dietéticos, y realicen actividad física.
Edad en la que los pacientes pueden padecer una Fístula Perianal
Las Fístulas Perianales pueden presentarse a cualquier edad, aunque son menos probables en niños. La mayor incidencia se da en varones de 35 a 50 años. Las mujeres no están exentas de padecerlas, y la incidencia en ellas es similar en el rango de edad mencionado, aunque es más común en varones.