La visión integral de la salud III
Hasta hace relativamente poco parecía indiscutible la infranqueabilidad de nuestro sistema defensivo. Valorado como autónomo e independiente, se le creía incapaz de recibir cualquier tipo de influencia o control en su funcionamiento por parte del Sistema Nervioso Central, pero numerosas investigaciones dirigidas a estudiar las conexiones entre la conducta, el cerebro y la inmunidad han revelado la prueba de que determinados Estados Emocionales pueden afectar positiva o negativamente las respuestas de nuestro Sistema Inmunológico.
Aún hacen falta mayores investigaciones que demuestren la relación directa entre las emociones negativas y el Cáncer, pero no existe duda alguna de la relación que existe entre esas mismas emociones negativas (como las derivadas del Estrés o la Depresión) y la Inmunosupresión.
La inmunidad presenta un problema no sólo biológico y fisicoquímico sino también psicológico. En general, no tenemos suficientemente en cuenta el papel que desempeña el Sistema Nervioso ni tampoco el de la acción psíquica sobre la vida del organismo. Y, a pesar de ello, es incontestable que el debilitamiento de las fuerzas psíquicas no sólo es consecuencia sino también la causa de diversas afecciones. Es lamentable que, en este aspecto, el estudio del organismo se encuentre tan atrasado.
El papel de las fuerzas psíquicas y su influencia sobre la vida del cuerpo son muy grandes, incomparablemente más grandes de lo que se piensa. Todos los órganos como el corazón, los pulmones, los intestinos y las glándulas de secreción interna se encuentren estrechamente unidos al Sistema Nervioso. Ésta es la razón de que el estado psíquico del paciente, en todas las enfermedades, tenga tanta importancia. Conociendo todo esto, debemos comprender que en la lucha contra las enfermedades, es tan necesario actuar sobre el psiquismo como prescribir medicaciones.
Debemos considerar que el establecimiento de la enfermedad así como el curso que tome depende de dos factores: por un lado de la agresividad del agente patógeno, y por otro del grado de la vulnerabilidad del organismo atacado; dependiendo este último de su estado tanto físico como psíquico. Todas las enfermedades se originan por la interacción entre múltiples factores, que dependen tanto del agresor –como por ejemplo una bacteria, un virus o un agente carcinógeno– como de las características del organismo agredido, su genética, ya sean físicas, biológicas, psicológicas, emocionales, o conductuales.
Se necesita una medicina más integrativa que valore todos los campos de acción posibles para restablecer la salud y llegar a curar. Investigaciones consolidadas han puesto de manifiesto que la manera en que uno piensa o siente sobre su enfermedad va a influir indiscutiblemente en la química del cuerpo y en la forma en cómo la enfermedad puede evolucionar.
Nadie duda de que el estado de tu organismo influya en tu sentir del momento, en tu bienestar psíquico. La tensión muscular, la postura, la respiración, el metabolismo. Todas y cada una de las funciones básicas del organismo van a ejercer una influencia en tu estado de ánimo. De igual manera, todo lo que sea favorecedor para tu salud física beneficiará también a tu estado emocional y mental. Así, por ejemplo, se sabe que nuestro sistema digestivo afecta los niveles de serotonina, hormona que regula nuestro estado de ánimo.
La interconexión existente entre nuestros procesos mentales y la funcionalidad de nuestro organismo es un hecho demostrado. Alteraciones emocionales, como la Ansiedad o la Angustia, derivadas del miedo, son capaces de provocar patologías fisiológicas considerables (Úlceras, Psoriasis, Infertilidad, Insomnio, Inmunosupresión…), así como determinadas enfermedades, sobre todo las de tipo degenerativo, pueden inducir cuadros patológicos severos de índole emocional.
En la recuperación de la salud es tan importante ofrecer un tratamiento dirigido a sanar el cuerpo como procurar mantener un equilibrio psíquico carente de perturbaciones emocionales que, derivadas de la enfermedad y como consecuencia de los miedos del paciente, podrían obstaculizar el proceso de curación.