¿Limpieza de oídos? Esta es la técnica correcta
El uso de cotonetes para la limpieza de los oídos es la práctica más habitual llevada a cabo desde que nacemos. Sin embargo, es un error por los riesgos que conlleva.
La cera de los oídos o cerumen es muy necesaria, contrariamente a lo que mucha gente piensa, pues su función es proteger de posibles gérmenes y partículas nocivas, como el polvo y la suciedad exterior, que pueden dañar las partes internas del pabellón auricular.
La producción de cerumen, por lo tanto, es un mecanismo de defensa natural que tenemos para proteger nuestros oídos y nunca debe retirarse, a no ser que haya una indicación del médico y siempre bajo la supervisión de éste.
Esta cera, por lo tanto, no debe ser eliminada y mucho menos mediante el uso de objetos que puedan acabar con ella o llevarla más adentro, como puede ocurrir mediante el uso de los isopos o al introducir los dedos. Además, cualquier objeto que se introduzca tiene el peligro añadido de poder romper las estructuras que componen el oído.
¿Cuál es la técnica correcta de limpieza de oídos?
Si hay mucho cerumen o cerilla dura, se sugiere el uso de aceite de almendras dulces, glicerina o aceite mineral; se recomienda colocar tres gotas en el oído, tres veces al día, cada tercer día. Esto ayuda para suavizar el tapón de cerumen y es una buena manera de que los oídos se mantenga libres de cerilla muy dura.
Para mantener los oídos sanos y limpios, basta con lavarse la cabeza en la ducha de forma regular, pues el agua que entra durante el enjuague es más que suficiente para su limpieza, sin necesidad de ninguna otra acción por nuestra parte. Así, es el propio oído el que tiene la capacidad de limpiarse a sí mismo, en condiciones normales y estando sanos, sin requerir de ayuda externa.
Al salir del baño, sólo hay que secar la oreja suavemente con una toalla o gasa por el pabellón externo, sin apretar ni insistir demasiado en la zona del conducto auditivo (agujero). Tampoco están indicadas las soluciones salinas, gotas o aceites de limpieza auditiva si no las prescribe un profesional de la salud.
Los cuidados básicos a seguir son sencillos, es suficiente con el uso de protectores si nos exponemos a fuertes ruidos de manera habitual y evitar los ruidos intensos cerca de la oreja, ya que pueden dañar el tímpano (ej. petardos, música excesivamente alta, disparos).
Las aguas contaminadas se deben evitar por el riesgo de infección durante el baño si se sumerge la cabeza. Los pantanos, lagos y piscinas públicas pueden desencadenar el desarrollo de Otitis, por lo que hay que tener precaución. Para evitar riesgos, es necesario ducharse tras estas inmersiones y procurar mantener el oído seco al salir del agua.
Se recomienda acudir al especialista en Otorrinolaringología, aun sin tener ninguna sintomatología, para realizar revisiones periódicas y detectar posibles problemas que pueden aparecer con el paso de los años.
Existen medicamentos, ya sea en forma de pastillas o de gotas, que pueden afectar el oído, por lo que no hay que automedicarse nunca. Es necesario acudir a consulta médica ante cualquier “anormalidad” detectada en el oído como dolor, sensación de taponamiento, zumbido, disminución de la capacidad de oír, supuración o producción excesiva de cera.