La obesidad y el daño que provoca al sistema inmunológico
La grasa es un elemento indispensable para el correcto funcionamiento del organismo, sin embargo, en exceso puede disminuir las funciones del sistema inmunológico.
¿Cómo se forma la grasa en el cuerpo?
Se dice que nuestros antepasados utilizaban la grasa corporal para sobrevivir en tiempos de escasez de comida, periodos de ayuno largos e inclemencias del clima, ya que gracias a ella podían mantener sus niveles de energía, sin embargo, actualmente con los cambios de estilo de vida, se ha convertido en un problema global.
La grasa se comienza a formar a partir de la glucosa, la cual es la principal fuente de energía de las células. El exceso de glucosa se almacena en el hígado y en los músculos en forma de glucógeno. La glucosa sobrante es transformada por el hígado en ácidos grasos, principalmente en triglicéridos, que luego van a los adipocitos.
Los adipocitos son las células que conforman el tejido graso, el cual cumple funciones de amortiguar, proteger y mantener en su lugar a los órganos internos del cuerpo. Estas células tienen una gran capacidad de almacenamiento de grasa, duplicando varias veces su tamaño, no obstante, también lo pueden hacer en número, lo que medicamente conocemos como Obesidad. Este problema no solo puede presentarse a nivel de piel, sino también a nivel intrabdominal, generándose grasa entre y dentro de los órganos, y que puede verse reflejado físicamente por un abdomen inflado.
¿Cuáles son los daños en el sistema inmune?
Los daños que causa la Obesidad en el sistema inmunológico son en torno a su función, ya que altera la formación de anticuerpos y defensas contra las infecciones y la inmunidad celular, además de provocar que se activen los procesos inflamatorios en todo el cuerpo como una reacción por la presencia de un agente extraño.
Para el caso de una persona obesa el grado de inflamación es bajo, sin embargo, permanece de forma constante ocasionando que mueran los adipocitos, que son los encargados de producir la atracción de células inmunes y crea una falsa señal de ataque. Todo eso provoca una disfunción de las células de defensa, manteniéndolas activas permanentemente y sin descanso, agotando así su capacidad de respuesta a otras infecciones.
Estos adipocitos mueren a causa de que la leptina, una hormona que regula la saciedad, falla; provocando que las personas tiendan a comer más y como resultado hay más energía (grasa) sobrante en el cuerpo que termina finalmente en los adipocitos. Esto hace que crezcan de manera desmedida. Al hincharse tanto, los vasos sanguíneos no alcanzan a irrigar a todas estas células, así que van muriendo con frecuencia.
¿Qué efectos causa a largo plazo?
Cuando el sistema inmune se encuentra en estas condiciones es menos capaz de detectar y eliminar a tiempo células infectadas por bacterias y virus, puesto que sus reservas se encuentran bajas. La situación favorece la multiplicación de estos agentes y la infección de nuevas células, reduciendo así aún más la capacidad para combatir estas infecciones. Esto se traduce en una verdadera amenaza en situaciones actuales, como la Pandemia por Coronavirus.
Es recomendable realizarse una evaluación integral de forma periódica con la finalidad de conocer cuáles agentes metabólicos están causando la Obesidad y con ello obtener un tratamiento adecuado. Es sabido que el sedentarismo y el consumo excesivo de azúcares, sales y grasas la ocasiona, no obstante, algunos factores genéticos u hormonales la pueden desarrollar.