Primeros medicamentos de uso psiquiátrico
En la publicación anterior, revisamos, a vuelo de pájaro, los antecedentes de la psiquiatría y los métodos irracionales que se empleaban para “combatir” los padecimientos mentales.
La psiquiatría empieza a hacerse tangiblemente presente en el mundo de la medicina con la aparición de sustancias ahora llamadas psicofármacos. A mediados de los años 40 del siglo pasado, se comienza a utilizar un nuevo medicamento para tratar la tuberculosis: la isoniazida, la cual no mostró ser muy eficaz combatiendo al bacilo de la tuberculosis, pero si demostró tener una relación directa con la mejoría del estado de ánimo de los pacientes tuberculosos, quienes, habitualmente, al saberse portadores de tan grave enfermedad (para aquellas épocas), experimentaban tristeza y melancolía. A principios de los años 50, a la isoniazida se le empieza a utilizar ya con este fin primordial, y por eso se le conoce como el primer antidepresivo.
El hecho de que existiera un medicamento antidepresivo permitió que la psiquiatría finalmente encontrara un lugar dentro de la medicina alópata. En esa misma década se observó que un antihistamínico y antiemético mejoraba la sintomatología delirante y la agitación psicótica. Dicho medicamento es la clorpromazina (aún en uso, con el nombre de Largactil). Se cuenta, anecdóticamente, que se esperaba que, al detener el vómito de la tripulación de lo trasatlánticos, se podría evitar el escorbuto (falta de vitamina C), pero lo único que se logró fue que los marineros cayeran en un estado de profundo sueño. La observación de este fenómeno llevó a los investigadores a probar el fármaco en pacientes agitados. Hoy en día, se utilizan ciertos derivados antihistamínicos como inductores del sueño. Misma suerte corrió un medicamento antihipertensivo que mostró su eficacia en el combate de los síntomas psicóticos: la reserpina.
En esa misma década, la Asociación Estadounidense de Psiquiatría publicó la primera versión del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, mejor conocido como DSM I. El objetivo de este documento era (y es) unificar los criterios de diagnóstico entre las distintas escuelas psiquiátricas, así como entre los diferentes países, desafortunadamente, aquella buena intención ha sido malinterpretada, y el manual ha sido utilizado como libro de texto.
Así, pues, la psiquiatría ha tenido una aparición tórpida e incierta en el campo de la medicina. Cada vez que se descubre la causa que origina los síntomas psiquiátricos, los pacientes pasan a ser tratados por neurólogos o, en algunos casos, por endocrinólogos. Por otro lado, dado que los medicamentos psiquiátricos tuvieron su origen en una forma casi accidental, el mérito se adjudica a otras disciplinas médicas.
En la siguiente entrega, hablaremos de los síntomas asociados con el paciente psiquiátrico según los parámetros actuales.