Psiquiatría: Antecedentes
La palabra “psiquiatría” proviene del griego “psi” (mente) y “iatreia” (curación), por lo que se trata de la especialidad médica encargada del estudio, diagnóstico, tratamiento, prevención y epidemiologia de las enfermedades que se manifiestan con síntomas y signos de carácter mental, pero cuyos orígenes pueden provenir también de cualquier padecimiento del organismo humano o de las esferas con las cuales interactúa el sujeto, como las sociales, familiares, laborales y ambientales (por mencionar sólo algunas).
En sus orígenes, la psiquiatría quedó al margen de la metodología médica, a pesar de que Hipócrates (el llamado “padre de la medicina”) ya había atribuido al cerebro un papel esencial en el ámbito de la personalidad y sus anomalías. En la filosofía medica del siglo XVIII, la psiquiatría no se consideraba como una disciplina, sino como un arte que no podía estudiarse con métodos científicos exactos, ya que, por aquellas fechas, el origen y la causa de las enfermedades mentales no eran claras, ni su estudio se apegaba al método científico.
Por el contrario, los métodos para tratar estos trastornos eran violentos e irracionales. Uno de ellos era la “ducha de agua fría”, el cual consistía en colocar al paciente frente a una pared y lanzarle a presión chorros de agua a baja temperatura. Otro era “la silla”, que empleaba uno de estos muebles asido a una pared con un eje rotatorio; el paciente era sentado en ella y a continuación se hacía girar la silla hasta que la persona perdía el sentido. Uno más era el de “choques insulínicos”, que empleaba el mismo medicamento que se inyecta (en forma subcutánea) a los enfermos diabéticos para bajar sus niveles de azúcar; al inyectar este fármaco en grandes cantidades, se provocaba en el paciente un estado de inconciencia resultado de una baja de azúcar en sangre con un gran estremecimiento en las funciones vitales. Otro método que incluía inyecciones era el que se le aplicaba a pacientes sifilíticos que presentaban trastornos mentales; a ellos se les inoculaba sangre contaminada con Plasmodium (organismo causante del paludismo) para producirles cuadros febriles.
Las cosas cambiaron un poco a raíz de que se identificara al Treponema pallidum como el agente causante de la aracnoiditis (inflamación de una de las tres meninges que rodean la masa encefálica), promotora de la parálisis cerebral ascendente que producía los cuadros demenciales tan abundantes en el siglo XVIII. Los métodos terapéuticos ya mencionados (y otros) llevaban al organismo a estados de tal estrés que provocaban una liberación de neurotransmisores que provocaba reacciones extrañas a ojos de quienes los aplicaban. Aún se desconocían estas sustancias neurotransmisoras y, por ello, su participación en las funciones mentales. Los tratamientos anteriores fueron sustituidos, en la primera mitad del siglo XX, por la “terapia electroconvulsiva”, popularmente conocida como “electrochoques”.
La psiquiatra, por lo explicado en reglones anteriores y también por otros motivos, ha tenido una entrada un poco incierta en el mundo de las especialidades médicas. En palabras de un representante de la psiquiatría moderna, Rodrigo Garnica, quien fuera jefe de Psiquiatría del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía, “a los cardiólogos los crearon los enfermos del corazón; a los gastroenterólogos, los enfermos del tubo digestivo; a los psiquiatras los inventaron los mismos médicos para tratar a aquellos pacientes indecibles e incómodos que no deseaban tratar”.
En mi opinión y experiencia, cuando el médico trata con casos en los que no logra realizar un diagnóstico o entender la sintomatología y/o la personalidad del paciente, existe un conflicto que suele resolver atribuyéndolo a males mentales.
En la próxima entrega, veremos cómo la psiquiatría adquirió carta de naturalización entre las ciencias médicas gracias a los llamados psicofármacos y la manera azarosa en que éstos fueron descubiertos.