La Tuberculosis: diagnóstico, tratamiento y prevención
La Tuberculosis es una enfermedad infecciosa causada por la bacteria Mycobacterium tuberculosis, descubierta por Robert Koch en el siglo XIX.
Contagio de la Tuberculosis
La Tuberculosis se transmite de persona a persona a través del aire. Cuando una persona con Tuberculosis pulmonar activa tose, estornuda o habla, libera diminutas gotas que contienen la bacteria. Si otra persona inhala estas gotas, puede infectarse. Aunque el contacto prolongado es generalmente necesario para contraer la enfermedad, es crucial evitar la exposición a personas infectadas, especialmente en espacios cerrados y mal ventilados.
Otra forma menos común de contagio es a través de productos lácteos no pasteurizados. El consumo de leche, queso, crema o panela que no ha pasado por un proceso de pasteurización puede ser un riesgo, ya que la bacteria puede sobrevivir en estos productos.
Síntomas de la Tuberculosis
Los síntomas de la Tuberculosis varían según el órgano afectado, pero la forma pulmonar es la más común. Entre los síntomas más destacados se incluyen:
- Tos persistente: la Tos que dura más de tres semanas, con o sin esputo (flema) que puede contener sangre, es un signo clásico de TB pulmonar
- Fiebre: principalmente nocturna, acompañada de sudoración y escalofríos
- Pérdida de peso y apetito: los pacientes suelen experimentar una significativa pérdida de peso y falta de apetito
- Fatiga y debilidad: sensación constante de cansancio y debilidad generalizada
- Dolor en el pecho: a menudo relacionado con la tos o la respiración profunda
En algunos casos, la Tuberculosis puede afectar otras partes del cuerpo, como los Ganglios Linfáticos, huesos, riñones o el sistema nervioso central. Esto puede dar lugar a síntomas adicionales, como dolor en las articulaciones, inflamación de los ganglios, y síntomas neurológicos.
Diagnóstico y Tratamiento
El diagnóstico de la Tuberculosis se realiza a través de varias pruebas, que incluyen cultivos de esputo, pruebas de PCR, Radiografías de Tórax y en algunos casos, Biopsias. Una vez diagnosticada, la Tuberculosis es tratable, pero el tratamiento requiere compromiso y seguimiento riguroso.
El tratamiento estándar incluye una combinación de medicamentos de primera línea como Isoniazida (INH), Rifampicina (RIF), Pirazinamida y Etambutol. Este régimen, que se administra durante un período de 6 a 9 meses, puede prolongarse hasta 12 meses o más en casos complicados o cuando la bacteria muestra resistencia a los medicamentos.
Es fundamental que los pacientes completen todo el tratamiento, aunque se sientan mejor antes de terminarlo. La interrupción prematura puede llevar a la resistencia bacteriana, lo que complica el tratamiento y reduce las posibilidades de cura. Los efectos secundarios, como la toxicidad hepática, son monitoreados a lo largo del tratamiento, y en casos de resistencia bacteriana, se utilizan medicamentos alternativos, que pueden ser menos efectivos y más costosos.
Prevención
En México, la vacuna BCG (Bacilo Calmette-Guérin) se administra rutinariamente a los recién nacidos para prevenir formas graves de Tuberculosis en la infancia. Además, en personas expuestas a Tuberculosis o con una prueba cutánea positiva, se puede recomendar un tratamiento profiláctico con Isoniazida para prevenir el desarrollo de la enfermedad activa.
La Tuberculosis sigue siendo una amenaza seria para la salud pública, pero con un diagnóstico temprano, tratamiento adecuado y medidas de prevención, es posible controlar y eventualmente erradicar esta enfermedad en la población.