Trastornos de Ansiedad: ¿Cómo identificarlos? Parte I
Si usted se preocupa en exceso por asuntos triviales, siente temor y anticipa siempre lo peor, tiene Trastornos de Ansiedad
¿Cómo Reconocerlos?
Si usted se preocupa en exceso por asuntos triviales, siente temor y anticipa siempre lo peor, tiene tensión muscular, inquietud, dificultad de concentración, Insomnio, irritabilidad o fatiga, puede estar sufriendo un Trastorno de Ansiedad.
¿Qué es la Ansiedad?
Normalmente, se necesita cierto nivel de Ansiedad ("Ansiedad normal"), para poder enfrentar las necesidades de nuestra vida. La Ansiedad es un fenómeno que se da en todas las personas y que, bajo condiciones normales, mejora el rendimiento y la adaptación al medio social, laboral, o académico.
Tiene la importante función de movilizarnos frente a situaciones amenazantes o preocupantes, de forma que hagamos lo necesario para evitar el riesgo, neutralizarlo, asumirlo o afrontarlo adecuadamente. Por ejemplo, nos ayuda a estudiar si estamos frente a un examen, estar alerta ante una cita o una entrevista de trabajo, huir ante un incendio, etc. Sin embargo, cuando esta emoción se transforma en un obstáculo para el buen funcionamiento social y familiar, interrumpe nuestras actividades cotidianas o incluso llega a aterrorizarnos, muy posiblemente estemos padeciendo algún Trastorno de Ansiedad.
¿Cuáles son los síntomas más frecuentes?
La principal característica es la sensación de preocupación y tensión continuas que no están relacionadas con alguna causa específica. Lo más frecuente son quejas de sentirse constantemente "nervioso", con aprehensión, inquietud, temblores, sudoración, Mareos, Palpitaciones, sensación de "falta de aire" y/o de opresión en el pecho, molestias abdominales, irritabilidad, tensión muscular, cansancio y dificultad para relajarse, en ocasiones pueden presentarse síntomas como tristeza, apatía y desesperanza.
Las manifestaciones sintomatológicas de la Ansiedad son muy variadas y pueden clasificarse en diferentes grupos:
- Físicos: Palpitaciones, opresión en el pecho, falta de aire, temblores, sudoración, molestias digestivas, Náuseas, Vómitos, sensación de "nudo o vacío" en el estómago, alteraciones en la alimentación, tensión y rigidez muscular, cansancio, hormigueo, sensación de mareo e inestabilidad. Si la Ansiedad es muy intensa pueden aparecer alteraciones del sueño, la alimentación y la respuesta sexual.
- Psicológicos: Sensación de amenaza o peligro, ganas de huir o atacar, inseguridad, sensación de vacío, sensación de extrañeza o despersonalización, temor a perder el control, recelos, sospechas, incertidumbre, dificultad para tomar decisiones. En casos más extremos, temor a la muerte, la locura, o el suicidio.
- Manifestaciones Conductuales: Estado de alerta e hipervigilancia, bloqueos, torpeza o dificultad para actuar, impulsividad, inquietud motriz, dificultad para estarse quieto y en reposo. Estos síntomas vienen acompañados de cambios en la expresión corporal y el lenguaje corporal: posturas cerradas, rigidez, movimientos torpes de manos y brazos tensión de las mandíbulas, cambios en la voz, expresión facial de asombro, duda o tensión muscular, etc.
Manifestaciones Intelectuales o Cognitivas: Dificultades de atención, concentración y memoria, aumento de los despistes y descuidos, preocupación excesiva, expectativas negativas, rumiación, pensamientos distorsionados e inoportunos, incremento de las dudas y la sensación de confusión, tendencia a recordar sobre todo cosas desagradables, sobrevalorar pequeños detalles desfavorables, abuso de la prevención y de la sospecha, interpretaciones inadecuadas, susceptibilidad, etc. - Manifestaciones Sociales: Dificultades para iniciar o seguir una conversación en unos casos y verborrea en otros, bloquearse o quedarse en blanco a la hora de preguntar o responder, dificultades para expresar las propias opiniones o hacer valer los propios derechos, temor excesivo a posibles conflictos, etc.
¿A quiénes afecta con más frecuencia?
Se estima que de 2-3% de la población mundial tiene un Trastorno de Ansiedad. Este es más frecuente en mujeres que en hombres y está a menudo relacionado con estrés ambiental crónico, aunque se han encontrado factores hereditarios y relacionados con la estructura biológica de las personas como factores que ayudan a que este trastorno se desarrolle.
Este trastorno se puede iniciar desde la infancia o adolescencia, aunque también puede presentarse por vez primera en la edad adulta y es frecuente que se asocie con Depresión.
Trastorno de Ansiedad Generalizada
El Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG) es más intenso de lo que una persona normal con ansiedad experimenta en su vida diaria. Son preocupación y tensión crónicas aun cuando nada parece provocarlas.
El sufrir de este trastorno significa anticipar siempre un desastre, frecuentemente preocupándose excesivamente por la salud, el dinero, la familia o el trabajo. Sin embargo, a veces, la raíz de la preocupación es difícil de localizar. El simple hecho de pensar en pasar el día provoca ansiedad.
Las personas que padecen de TAG no pueden deshacerse de sus inquietudes aun cuando generalmente comprenden que su ansiedad es más intensa de lo que la situación amerita. Quienes padecen de TAG también parecen no poder relajarse. Frecuentemente tienen trabajo en conciliar el sueño o en permanecer dormidos.
Sus preocupaciones van acompañadas de síntomas físicos, especialmente temblores, Tensión Muscular, Dolores de Cabeza, irritabilidad, transpiración o accesos de calor. Pueden sentirse mareadas o que les falta el aire. Pueden sentir Náusea o que tienen que ir al baño frecuentemente. O pueden sentir como si tuvieran un nudo en la garganta.
Muchos individuos con TAG se sobresaltan con mayor facilidad que otras personas. Tienden a sentirse cansados, les cuesta trabajo concentrarse y a veces también sufren de Depresión. Por lo general, las limitaciones asociadas con el TAG son "relativamente moderadas" y las personas con ese trastorno no se sienten restringidas dentro del medio social o en el trabajo. A diferencia de muchos otros Trastornos de Ansiedad, las personas con TAG no necesariamente evitan ciertas situaciones como resultado de su trastorno. Sin embargo, si éste es severo, el TAG puede ser muy incapacitante, resultando en dificultad para llevar a cabo hasta las actividades diarias más simples.
El TAG se presenta gradualmente y afecta con mayor frecuencia a personas en su niñez o adolescencia, pero también puede comenzar en la edad adulta. Es más común en las mujeres que en los hombres y con frecuencia ocurre en los familiares de las personas afectadas. Se diagnostica cuando alguien pasa cuando menos 6 meses preocupándose excesivamente por varios problemas diarios.
Padecer de TAG siempre quiere decir anticipar desastres, frecuentemente preocuparse demasiado por la salud, el dinero, la familia o el trabajo. Las preocupaciones frecuentemente se presentan acompañadas de síntomas físicos tales como temblores, tensión muscular y náusea. En general, los síntomas de TAG tienden a disminuir con la edad.
Un tratamiento adecuado puede incluir el uso de medicación y/o psicoterapia.
Trastorno de Pánico
Es el grado más intenso y extremo de Ansiedad. En este padecimiento, la persona tiene la sensación de que va a perder la razón, la vida o que ocurrirá una catástrofe inminente.
Los síntomas de un Ataque de Pánico son los siguientes: Palpitaciones, Dolores en el pecho, Mareos o Vértigo, Náusea o problemas estomacales, Sofocación o escalofríos, Transpiración profusa, Falta de aire o sensación de asfixia, Hormigueo o entumecimiento, Estremecimiento o temblores, Sensación de irrealidad, Terror, Sensación de falta de control o de perder la razón, Temor a morir.
Quienes padecen de trastornos de pánico experimentan sensaciones de terror que les llegan repentina y repetidamente sin previo aviso. No pueden prever cuando les va a ocurrir un ataque y muchas personas pueden manifestar Ansiedad intensa entre cada uno de los episodios preocupándose anticipadamente por el siguiente. Entre tanto, existe una continua preocupación de que en cualquier momento se va a presentar otro ataque.
Cuando llega un Ataque de Pánico, la persona sufre palpitaciones y se siente sudorosa, débil o mareada. Puede sentir cosquilleo en las manos o sentirlas entumecidas y posiblemente se sienta sofocada o con escalofríos. Puede experimentar dolor en el pecho o sensaciones de ahogo, de irrealidad o tener miedo de que suceda una calamidad o de perder el control. La persona puede, en realidad, creer que está sufriendo un Ataque al Corazón o de una Embolia, que está perdiendo la razón o que está al borde de la muerte. Los ataques pueden ocurrir a cualquier hora aún durante la noche al estar dormido, aunque no esté soñando.
Casi todos los ataques duran aproximadamente dos minutos, sin embargo, en ocasiones pueden durar hasta 10'. En casos raros pueden durar una hora o más.
El Trastorno de Pánico ataca cuando menos al 1.6 por ciento de la población y es doblemente más común en las mujeres que en los hombres. Puede presentarse a cualquier edad (inclusive en niños y ancianos), pero casi siempre la edad de inicio es en la adultez temprana.
No todos los que sufren Ataques de Pánico terminan teniendo trastornos de pánico. Por ejemplo, muchas personas sufren un ataque y nunca vuelven a tener otro. Sin embargo, para quienes padecen de trastornos de pánico es importante obtener tratamiento adecuado. Un trastorno así, si no se atiende, puede resultar incapacitante.
El Trastorno de Pánico frecuentemente va acompañado de otros problemas tales como Depresión o Alcoholismo y puede originar fobias relacionadas con lugares o situaciones donde los ataques de pánico han ocurrido. Por ejemplo, si usted experimenta un ataque de pánico mientras usa un elevador, es posible que llegue a sentir miedo de subir a los elevadores y posiblemente empiece a evitar usarlos.
Las vidas de algunas personas han llegado a hacerse muy restringidas porque evitan actividades diarias normales como ir al mercado, manejar un vehículo o, en algunos casos hasta salir de su casa. O bien, pueden llegar a confrontar una situación que les causa miedo siempre y cuando vayan acompañadas de su cónyuge o de otra persona que les merezca confianza. Básicamente, evitan cualquier situación que pueda hacerlas sentirse indefensas si ocurre un ataque de pánico. Cuando, como resultado de este mal, las vidas de las personas llegan a ser tan restringidas como sucede en casi una tercera parte de las personas que padecen de trastornos de pánico, es posible que se haya desarrollado una Agorafobia.
La tendencia hacia trastornos de pánico y Agorafobia tiende a ser hereditaria. Sin embargo, el tratamiento oportuno al trastorno de pánico puede frecuentemente detener el progreso hacia la Agorafobia. El tratamiento del trastorno de pánico es farmacológico y psicoterapéutico.