Tratamiento para conseguir unos dientes blancos
Estas técnicas tienen la ventaja añadida de que además de cambiar el color permiten modificar la forma, tamaño y, dentro de ciertos límites, la posición de los dientes
"Todo el mundo quiere estar más más moreno, pesar unos kilos menos y tener los dientes más blancos". Esta frase hecha podrá ser tan discutible como se quiera, pero es innegable que unos dientes blancos nos gustan a todos. Lo malo es cuando, por diversas circunstancias, la sonrisa no responde a los deseos de su portador. Veamos esas causas y sus posibles soluciones:
Los dientes pueden estar manchados por diversos factores: por alquitrán de tabaco, por alguna medicación, por algún alimento o por la presencia en la boca de determinados tipos de bacterias que, aunque no son peligrosas para la salud, manchan los dientes. Estas manchas se eliminan con una simple limpieza bucal, técnica sencilla, indolora e inocua. Si no se corrige la causa y con el tiempo reaparecen las manchas se repite la limpieza.
Blanqueamiento Dental químico
También puede suceder que los dientes tengan un color normal pero la sonrisa aparezca oscurecida porque estén apiñados y proyecten sombras, o porque sean pequeños y dejen espacios entre sí. Esto se puede resolver mediante una Ortodoncia que recoloque los dientes o mediante técnicas restauradoras que modifiquen su forma y tamaño.
Otra posibilidad es que los dientes sean blancos, pero no tanto como uno desearía. Aquí la solución puede ser un Blanqueamiento Dental químico, en el que se aplica sobre los dientes un gel que desprende oxígeno, gas que produce el efecto blanqueador. Para que el oxígeno se desprenda hay que calentar el gel, y eso se puede hacer de dos maneras:
1. A alta temperatura: Unos 60° Centígrados, que se aplican en clínica por medio de una lámpara especial. La sesión dura alrededor de una hora, y se suele repetir una o dos veces. Los inconvenientes son que el efecto de blanqueo va disminuyendo en los meses siguientes y durante el tratamiento los dientes experimentan una molestia que, en personas sensibles, puede llegar a ser muy dolorosa. Aun así estas molestias desaparecen espontáneamente en veinticuatro o cuarenta y ocho horas sin que se observe ninguna lesión residual.
2. A baja temperatura: 37°C, la temperatura del cuerpo. El gel se coloca en una funda transparente y ésta se encaja sobre los dientes y se mantiene durante una o varias horas, según el tipo de gel usado. Con la funda puesta se puede hablar y hacer vida normal (salvo comer) por lo que el paciente se aplica el tratamiento en su casa, diariamente, durante tres o cuatro semanas. Requiere cierta colaboración perseverante por parte del paciente, pero el efecto blanqueador es permanente y el tratamiento es indoloro. Sólo las personas extremadamente sensibles pueden notar alguna molestia, generalmente tolerable. No es infrecuente combinar los dos tratamientos, primero el que se hace en clínica y después el que se hace en casa.
Lo malo del blanqueamiento químico es que su efecto depende del tipo de diente. Unos pacientes obtienen resultados muy evidentes y otros más modestos. En rigor, sólo son útiles para lograr unos grados más de blanco en los dientes de color normal.
Recubrimiento de los dientes
Cuando el color de los dientes es muy oscuro (tinciones por antibióticos, dientes desvitalizados o traumatizados, personas de edad avanzada) o cuando el color que se pretende obtener es espectacularmente blanco, es decir, cuando la diferencia entre el color del cual se parte y el que se quiere conseguir es grande, el blanqueamiento químico resulta inoperante. En estos casos hay que recurrir a cubrir el diente con un material blanco que oculte el color indeseado. Esto también se puede hacer de dos modos:
1. Tallando el diente: Las fundas dentales (llamadas también coronas) recubren por completo el diente, y hay que desgastar éste hasta darle forma de muñón, sobre el cual se encaja la funda. Las carillas dentales o facetas sólo cubren la cara visible del diente, la anterior, por lo que el tallado se limita a esta cara. El dentista talla los dientes, toma una medida de la boca y la manda al laboratorio; allí se confecciona la pieza y se envía de nuevo al dentista, quien la cimenta en su lugar. Se hacen habitualmente en porcelana. Este material no se puede retocar en boca, por lo que una vez colocadas cualquier modificación o arreglo de un desperfecto no tiene más solución que eliminar la restauración y sustituirla por una nueva. Por otra parte, el tallado supone una mutilación irreversible. El diente queda tallado para toda la vida ya que, a diferencia de otros tejidos, no es capaz de regenerarse.
2. Sin tallar el diente: Esta técnica se basa en materiales conocidos como composites, que vienen en forma de pasta y se colocan, adhieren y modelan directamente sobre el diente, fraguándolos con una luz especial. No es necesario desgastar los dientes, el procedimiento es indoloro y normalmente no requiere anestesia. Se suele terminar en una sola sesión que puede prolongarse hasta tres o cuatro horas, incluyendo algunos descansos, si hay que tratar varios dientes. La principal ventaja de esta técnica es su inocuidad: el diente no sufre ninguna agresión y en cualquier momento se podría retirar todo lo hecho y dejar los dientes como estaban antes de empezar el tratamiento. Además los composites se pueden retocar directamente en boca, por lo que las modificaciones o reparaciones en caso de deterioro suelen ser sencillas y no obligan a rehacer toda la restauración.
Estas dos técnicas tienen la ventaja añadida de que además de cambiar el color permiten modificar la forma, tamaño y, dentro de ciertos límites, la posición de los dientes.